El comercio de calidad es fundamental para el desarrollo de una ciudad. No hay más que ver a Chincha, uno de los casos más paradigmáticos del Perú en este respecto. Allá donde se construye un centro comercial, la vida se ordena; aumenta el valor de las propiedades de las zonas de influencia; se incentiva la formalidad; se aportan nuevos espacios para la interacción de las personas; y se convierte en una zona segura donde pasar el tiempo de ocio. Los centros comerciales en Perú dejaron de ser solo una industria y se han convertido en referentes para la sociedad.
En el Perú, las cosas han cambiado mucho en este sector desde el establecimiento de los primeros centros comerciales en los años 60, aquellos recordados centro comercial Risso y San Isidro.
En las décadas de los 70 y 80, abrieron muchos centros comerciales que en la actualidad siguen operando, como Plaza San Miguel, Higuereta y Arenales entre otros. Con la inauguración del Jockey Plaza en 1997 se inició una nueva época y se empezaron a construir modernos centros comerciales como Larcomar, Marina Park, Real Plaza Primavera, Megaplaza Lima Norte, Lima Plaza Sur, Molina Plaza etc.
En la actualidad, los cuatro grandes operadores son Grupo Interbank, Inmuebles Panamericana, Open Plaza y Parque Arauco que operan el 66% de los centros comerciales presentes en Lima y las regiones.
Según la Asociación de Centros Comerciales y de Entretenimiento del Perú, las ventas de los centros comerciales alcanzaron en 2015 los 22,900 millones de soles, lo cual significó un crecimiento de 9.4% con respecto al año anterior con prácticamente igual número de centros en operación.
La accesibilidad en los centros comerciales
Si volvemos la vista a 1997, el concepto de “accesibilidad” prácticamente no existía y, desde luego, no era una prioridad para un centro comercial. Es evidente que los “malls” han ido evolucionando durante todo este tiempo y han sido promotores de una mayor conciencia social, de tal manera que hoy día son ejemplo de vida familiar y de ocio responsable. A lo largo de este tiempo, se han salvado muchas barreras arquitectónicas aunque aún hay grandes mejoras que hacer en materia de accesibilidad.
Desde diciembre de 2012 existe la Ley Nº29973, ley general de la persona con discapacidad, y en abril de 2014 se promulgó su reglamento. Esta es una ley que tiene la finalidad de establecer el marco legal para la promoción, protección y realización, en condiciones de igualdad, de los derechos de la persona con discapacidad. Esta ley establece que:
Las edificaciones públicas y privadas que brinden u ofrezcan servicios al público deben contar con ambientes y rutas accesibles para permitir el libre desplazamiento y atención de la persona con discapacidad en igualdad de condiciones que las demás, de conformidad con las normas técnicas de accesibilidad para personas con discapacidad.
Las edificaciones existentes deben adecuarse a las normas técnicas de accesibilidad para las personas con discapacidad.
Si adoptamos las medidas oportunas para proyectar y urbanizar convenientemente nuestro entorno, nos vamos a ver beneficiados todos en mayor o menor medida ya que niños, ancianos, lesionados, embarazadas o peatones con coches de bebé o la compra y un largo etcétera también existen. No es una cuestión de eliminar una barrera arquitectónica poniendo una rampa al costado, es más una cuestión de diseñar siempre pensando en obtener un lugar accesible.
Pero pensemos en esos centros comerciales abiertos hace diez o quince años que actualmente siguen abiertos. Deben adecuarse a la normativa de accesibilidad según la ley pero, ¿de qué manera? ¿Es suficiente con hacer rampas y plazas reservadas para personas con discapacidad? Muchas veces con medidas de bajo coste se puede ir más allá y mejorar muchísimo la accesibilidad y seguridad para los clientes que visitan los centros comerciales.